La Ciencia Política tiene que salir del atolladero en que se encuentra, provocado en parte por su agenda de contenidos y en parte por sus paradigmas en aplicación. Con tal consigna sugerimos institucionalizar la Ciencia Política como la Ciencia del Gobierno, por ser la que tiene competencia específica para ofrecer una representación conceptual de las instituciones públicas y privadas relacionadas con la Política, el Gobierno, el Estado. El paradigma llamado Ciencia Política Práctica o Ciencia de la Práctica Política, sustentada en conocimientos de alta definición, situados en línea con las prioridades del conocimiento aplicado, propone aplicar la consigna epistemológica sostenida por acreditados especialistas, quienes afirman que “la Ciencia Política es teórica en sus métodos pero práctica en sus fines”. Como lógica derivación de la Ciencia de la Práctica Política consideramos que es deseable y posible instalar una Escuela de Gobierno cuya necesidad, oportunidad y factibilidad en momentos críticos como los actuales no puede ser seriamente discutida.
¿En qué medida las grandes transformaciones ocurridas en el siglo XX vinieron a modificar el orden político de raiz fundacional? ¿Qué constantes permanecieron inalteradas y qué variables provocaron la inestabilidad de los gobiernos? Entre las notas salientes vinculadas con los vertiginosos cambios que se fueron sucediendo en cada tiempo, se destacan los estados de tensión provocados por las carencias acusadas en la organización y funcionamiento de los poderes públicos cuyo continuum de pasado a presente fue registrado por autorizados observadores. Se advierte, ante todo, la falta de una concepción estratégica del gobierno y el estado, apenas visualizable desde las configuraciones fragmentarias y las ópticas parciales ofrecidas por los sectores que en cada tiempo la promovieron. Sumado a ello, se acusa el desinterés, la ignorancia, la aversión o la sospecha de no pocos ciudadanos para quienes lo político y la política no constituyen una dimensión necesaria de la vida en sociedad. Un imperativo que mueve a emprender acciones espasmódicas y a dar respuestas improvisadas, se relaciona con la inestabilidad de los gobiernos vivida como una constante histórica, con el correlato de los esfuerzos casi siempre estériles, destinados a conducir la nave del estado según modelos voluntaristas y políticas discrecionales. En fin, asistimos al déficit alarmante de estado de derecho y de acatamiento a la ley, atributos legítimos del poder político monopolizado por las instituciones del Estado. En fin, los más tenaces críticos llegan a afirmar que la nuestra es una sociedad sin estado de derecho, esto es, un país al margen de la ley.
A partir de esta situación problemática se abren varios interrogantes que invitan al estudio y justifican la investigación : ¿Cómo capitalizar la enorme “masa” de estudios e investigaciones que conforman el corpus científico del universo político hoy indisponible por “ocioso y disfuncional”? ¿Es posible generar mecanismos cognitivos que traduzcan las contribuciones de una ciencia teórica y especulativa en productos normativos de eventual aplicación? ¿Cómo orientar la intencionalidad de los científicos y académicos hacia los grandes “nudos” institucionales que reclaman tratamiento y resolución? La cuestión nos remite a la caracterización de la Ciencia Política en estado de aplicación.
Estudios especializados emprendidos en los últimos cincuenta años detectaron los factores que obstaculizan la transferencia institucional de la investigación política desarrollada en clave de “ciencia pura”. Una compulsa bibliográfica permite constatar algunos factores que condicionan y obstaculizan dicha “recepción institucional”.
Para responder al conjunto de fenómenos que condicionan la aplicación del recurso científico a la resolución de los problemas; y supuesto que el conocimiento especializado está habilitado para ofrecer alternativas válidas de superación, advertimos la conveniencia de poner los estudios políticos en estado de reflexión académica a fin de producir nuevos conocimientos de anticipación. Por una parte, proponemos recuperar el estudio sistemático de la Política, el Gobierno, el Estado; por la otra , consideramos que ese objeto de estudio debe sustentarse en conocimientos científicos de alta definición. En respuesta a la cuestión planteada se ofrecerá un contexto de descubrimiento y un diseño de justificación.
En el contexto dinámico y transformador de la sociedad contemporánea, la demanda de una empresa política global que de respuesta racional a la crisis institucional, estaría provocando, entre otros efectos, un desplazamiento del lugar que actualmente ocupa el conocimiento político tradicional. Se comprende entonces que la relación mantenida entre la ciencia política y lo político tienda a invertirse, de modo tal que sea la política como imperativo de la vida la que pase a convertirse en principio y motor de su representación intelectual.
El Proyecto de Investigación procura alcanzar los siguientes Objetivos:
En función de los Objetivos propuestos se espera obtener una base conceptual de Ciencia de la Práctica Política, a partir del tratamiento de los siguientes ejes a investigar:
Aunque no se puede brindar una evidencia cabal de lo que sólo es una intención fundada pueden esperarse los siguientes resultados:
No podemos cerrar esta propuesta sin advertir que la Ciencia Política Teórica y la Ciencia Política Práctica son diferentes en sus niveles de conocimiento pero inseparables en sus niveles de aplicación. Para resolver la brecha entre ambos paradigmas se necesita un conocimiento estructurado con “espíritu de sistema” que trabe amistosos lazos entre el saber político y el hacer político, asumiendo y aplicando la consigna epistemológica sostenida por acreditados especialistas : “la Ciencia Política es teórica en sus métodos pero práctica en sus fines”.
Consecuente con ello asumimos la Ciencia Política Teórica –“Political Science”- y la Ciencia Política Práctica –“Policy Science”- en lo que tienen de disciplinas integradas, liberando de su lógica interior un común paradigma de aplicación institucional. Los dos enfoques no deben dejar de recurrir el uno al otro. De la Ciencia Política Teórica recuperamos el estudio de los modelos teóricos y sus métodos de indagación; valorando positivamente el perfil laboral ofrecido: especialistas potencialmente aptos para el análisis, el asesoramiento, la consultoría, el periodismo, la investigación, la docencia. De la Ciencia Política Práctica tomamos la capacitación profesional cimentada en un fuerte componente teórico aplicado a la sustantividad de los problemas de perentoria resolución. Su principal fortaleza reside en el abandono de la “torre de marfil” y su entrada en el mundo real a través de más y mejores oportunidades de inserción laboral, destacándose la formación profesional aplicada a la actividad política y a la gerencia gubernamental.
Selección de textos. Anticipo del libro de Alberto Castells, Ciencia de la práctica política. Desplazamiento de la ciencia política teórica hacia la ciencia política práctica , de próxima publicación.
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El diseño y aplicación de una Ciencia de la Práctica Política concierne entitativamente a politólogos iniciados en la cuestión o preocupados por el estatus actual de la ciencia. También es de interés para las comunidades académicas directa o indirectamente concernidas por el conocimiento político en estado de aplicación.