De un modo gradual y confiable somos conducidos a creer que en una sociedad formada por individuos y organizaciones que tienen concepciones diferentes sobre el orden social deseable y que hoy conviven en el “caos de la mente” y en la “violencia de la acción”, el nuevo paradigma analítico puede ofrecer productos muy aptos para que los operadores impriman sentido de integración al conocimiento institucional y orienten eficazmente el flujo de la acción, al punto de constituir un potencial factor de cohesión social. Entre las previsiones exógenas,-ajenas al constructo científico- que pueden interesar a los actores de procesos, pueden señalarse las siguientes:
Comportamientos convergentes.- La representación ofrecida por la nueva herramienta analítica aspira a brindar criterios adecuados para interpretar la realidad y proporcionar categorías apropiadas para el mejor funcionamiento de las instituciones. El conocimiento así entendido pasa a ser una “filosofía de vida” cargada de connotaciones volitivas que, además de actuar como instancia catártica frente a las contradicciones que nos aquejan, está preparada para generar comportamientos solidarios y convergentes “con amalgama de muchas mentes y de mil prácticas”, compensando con sentido de orden y equilibrio el desorden y desequilibrio provocado por la anomia que invade cada vez más a la sociedad global. Es esta una cuestión indagable que deberá ser sometida a falsación teniendo en cuenta factores intervinientes de cierta complejidad.
Redes de vínculos estables.- La circulación de las ideas y conceptos en torno a fragmentos de la inabarcable acción humana, prodiga orientaciones decididamente necesarias en sociedades sujetas a vertiginosos cambios. Llegado el momento de las opciones institucionales a cargo de los actores de procesos, el rumbo orientado por representaciones, fines y valores, puede llegar a proyectar efectos integradores sobre posiciones en conflicto, lográndose de ese modo estabilidades provisorias, maduras y responsables. El nuevo enfoque interpretativo puede inducir vías de conciliación muy útiles en situaciones de tensión y de conflicto, porque está en su naturaleza y finalidad “tejer una red de correlaciones que acercan los hechos, de causalidades que los vinculan, de fines que los ordenan”. La validación de estas y otras constataciones análogas deberá quedar sujeta a la prueba de los hechos.
Dispositivos de cohesión social.- El solo hecho de la coexistencia y comunicación en la interioridad de una cultura institucional integrada permite promover zonas de unidad y espacios de aceptación, que al neutralizar los efectos del conflicto, ayudan a economizar las energías requeridas por todo proceso de conducción y decisión. Corresponde a los intérpretes ofrecer los instrumentos analíticos apropiados a fin de alcanzar los equilibrios necesarios entre las constataciones del ser y sus presupuestos normativos; entre los modelos de análisis y las evidencias empíricas. En síntesis, el corpus cultural identitario actuado en puntos clave por quienes disponen del conocimiento experimentado y bien probado, puede llegar a constituir un poderoso factor de cohesión, convirtiendo a la sociedad democrática en un tejido integrado por “redes regulables desde cierta posición central”. Nuevas indagaciones empíricas habrán de requerirse para sostener y corroborar esta y otras presunciones.
Extracto del libro de Alberto Castells, La cultura también importa, inédito, 2009.