Comunicación efectuada en la Sesión Académica realizada en el Instituto Nacional Sanmartiniano, en el marco de la Convocatoria Procuin: Historia, Cultura y Nación
17 de noviembre de 1995
DESIDERATA
Escenario 2
Historia – Geografía – Pueblos
Al imperativo del estado social de un pueblo, cuyos componentes de herencia histórica, configuración territorial y asentamiento humano condicionan, de algún modo, la fisonomía, trayectoria y sentido de las sociedades y los Estados, corresponde el concomitante subsistema de Historia- Geografía – Pueblos. Se propone una mirada analítica hacia ese espectro de gran escala con retención de representaciones institucionales a partir de cada objeto susceptible de observación.
Queda entendido que las representaciones sociales y los imaginarios colectivos son retenidos por el observador a través de un orden jerarquizado de juicios empíricos y no como normas postulativas de carácter valorativo.
Historia
- Si damos por supuesto que la sociedad argentina actual recibe la herencia de un pasado marcado por un sinnúmero de sucesos, muchos de ellos contradictorios y antagónicos, consideraremos relevante empezar por recorrer la historia como condición necesaria para poder ahondar en la estructura interna de las múltiples culturas en presencia.
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A título de herencia, recibimos del siglo XIX un sistema institucional ejemplar, articulado con representaciones institucionales que se explicaban las unas por las otras. En su vértice registramos la Cosmovisión, -con su ideario llamado “liberal”- entendido como el complejo de creencias, normas y valores -en realidad un modo de ver y sentir el mundo- que imprimía un estilo de conocer y una manera de obrar a los ciudadanos influyentes. En convergencia con el ideario, el Estado social, desentrañado por Sarmiento en “Facundo”, contenía la clave de los factores físicos y naturales, biológicos y telúricos que podían componer el carácter de la nación que se quería construir. Por deducción lógica y en consonancia con los hechos, la Doctrina, plasmada en el “Dogma Socialista” -las “15 Palabras Simbólicas”- contribuía a crear el vínculo de integración a través de consignas breves y movilizadoras de la acción. La gesta singular debió contar también con un Programa -las Bases de Alberdi- como síntesis política “apta a la civilización hispanoamericana de aquel entonces”. La ingeniería institucional alcanzaba fuerza normativa con la emblemática Constitución, cuerpo jurídico destinado a “la ordenación de las competencias del Estado”. Finalmente, y en cumplimiento del mandato constitucional, la Legislación, vertebrada en la codificación civil, comercial y penal, debió completar los cimientos de la construcción nacional. Convengamos que podría no ser correcto descansar en la validez absoluta de un constructo que hoy es evocado por sus leales adherentes con el resultado ambivalente de robustecer su vigencia o de inmovilizar la historia. Pero valga la advertencia para justificar este intento de traer al presente un conjunto de tradiciones, interpretadas como una herencia viva de cambiantes significados.
Geografía
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Situados en el presente, y desde otro ángulo visual , sugerimos observar las formas de vida que resultan de la fusión de los pueblos con la geografía del lugar. Encuentro con la “madre naturaleza” que, conciente o inconcientemente, sensibiliza a los argentinos, cualquiera sea su cultura de orígen o su humana condición. Señalamos, asimismo, que no podrían comprenderse ciertos segmentos de la cultura sin tener en cuenta la influencia del ambiente físico, aunque advirtiendo que la geografía y el paisaje, conformando sólo una parte del ambiente total, reciben de la acción humana importantes modificaciones. En clave de ecosistema territorial proponemos vincular cultura y geografía a través de algunas categorías conceptuales que resultan procedentes. Ante todo conviene tener en cuenta ciertos determinismos presentes en toda construcción fundacional. Tal el contraste mayúsculo entre la vida urbana y la vida rural, fuertemente condicionadas por la potencia de los elementos mesológicos, reconociendo, sin embargo, que muchos factores coyunturales pueden pasar a depender de otros tantos universos concurrentes. También se aconseja atender a los probabilismos ocurribles en situaciones diferenciadas. Tal el caso del asentamiento suburbano contrapuesto a la gran metrópoli, en que el impacto ecológico de la sociedad industrial se hace sentir en todos los órdenes bajo formas latentes o manifiestas. Por último, interesa considerar los posibilismos de situaciones adaptativas, como suele ocurrir con los asentamientos poblacionales atraídos por la feracidad geográfíca y la afinidad del paisaje. Desde el punto de vista ecológico, una zona de asentamiento constituye un recurso geográfico al que una población se adapta colectivamente, tanto en su forma de vida como en su organización social. En fin, con estos y otros campos de observación queda instalada la cultura de asimilación, en tanto y en cuanto varias formas de vida regional aprenden a convivir con una miríada de marcos naturales que albergan los más ricos recursos concebibles.
Pueblos
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En este escenario preliminar proponemos abordar la compleja integración y el difícil arraigo de los distintos pueblos que comparten la “voluntad de ser nación”, con énfasis en la movilidad y plasticidad que caracteriza a esa multitud de estirpes procedentes de los más variados rincones del planeta. Como cuestión central sugerimos relevar los tipos poblacionales asentados en el territorio argentino, con identificación de las comunidades que conforman el gran escenario nacional. En otras palabras, se trata de situar a las comunidades singulares y particulares dentro del conjunto estructural más amplio de la sociedad “global”. Respecto de los grandes grupos mayoritarios, su observación concierne a las densas poblaciones criollas, los populosos contingentes inmigratorios y la química de múltiples razas, todas ellas vinculadas a valores socialmente convergentes en su voluntad de arraigo y cohesión con el todo nacional. Respecto de los grupos minoritarios, su observación nos aproxima a los colectivos de individuos que, diferenciados en su cultura, pertenecen a distintos fenotipos, razas, lenguas y religiones. Sin entrar en el complejo orígen antropológico de cada escenario poblacional, lo esencial del rubro debería atender a individualizar el posible espíritu integrador que puede anidar tanto en las reducidas comunidades minoritarias como en los grandes grupos mayoritarios. Por parte de las primeras, asimilación y aculturación a partir de la autoafirmación de la propia identidad; por parte de los segundos, aceptación responsable y recepción integradora de las restantes identidades emparentadas. Y tanto en unos como en otros, predisposición hacia situaciones más igualitarias y menos jerarquizadas, en orden al acceso de todos a los recursos culturales, políticos, económicos y sociales ofrecidos por la comunidad nacional.
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Dibujado el marco general de gran alcance, corresponde dirigir la mirada hacia colectivos de reducido espectro y alta especificidad, vinculados a las representaciones institucionales pero desagregados del conjunto.
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En oportunidad de disponerse la contratación de los trabajos con cada especialista-sintetizador, la Hoja de Consulta y el Cuestionario se ajustarán a baterías de preguntas específicas, a fin de alcanzar una comprensión científica de las pautas de institucionalización más representativas del rubro cultural en ejecución.
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Corresponde al cap. 8 La reconstrucción de escenarios institucionales, en libro del autor El futuro también importa (…)